El poder de la estupidez.


No hay un tratado completo y universal sobre la estupidez humana, pero su impacto en la Historia ha sido comentado por numerosos pensadores. Giancarlo Livraghi, un estudioso de la comunicación, se ocupa del asunto en un libro fácil de leer para el verano que se titula El poder de la estupidez. A sus 83 años, el autor italiano sostiene que la estupidez mueve el mundo y que “en cada uno de nosotros reside un factor de estupidez que es siempre mayor a lo que creemos”. La globalización ha extendido el conocimiento, pero también la estupidez se ha difundido como una especie de virus.

Giancarlo enumera cuatro leyes fundamentales de la estupidez humana:

  1. La Primera Ley Fundamental: » Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo».
  2. La Segunda Ley Fundamental: » La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona».
  3. La Tercera Ley Fundamental: » Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio».
  4. La Cuarta Ley Fundamental: » Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error».
  5. La Quinta Ley Fundamental: » La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado».

Y por supuesto, las categorías de los seres humanos:

Los Incautos: Podemos recordar ocasiones en que un individuo realizó una acción (es decisivo que sea él quién la inicie), cuyo resultado fue una pérdida para él y una ganancia para nosotros: habíamos entrado en contacto con un incauto.

Los Inteligentes: Igualmente nos vienen a la memoria ocasiones en que un individuo realizó una acción de la que ambas partes obtuvimos provecho: se trataba de una persona inteligente.

Los Malvados: Todos nosotros recordamos ocasiones en que, desgraciadamente, estuvimos relacionados con un individuo que consiguió una ganancia causándonos perjuicio a nosotros: nos encontramos frente a un malvado.

Existen diversos tipos de malvados; el malvado perfecto es aquél que con sus acciones causa a otro pérdidas equivalentes a sus ganancias. Otro tipo de malvados son aquellos que obtienen para sí ganancias mayores que las pérdidas que ocasionan en los demás, esos son deshonestos y con un grado elevado de inteligencia, pero la mayoría de los malvados son individuos cuyas acciones les proporcionan beneficios inferiores a las pérdidas ocasionadas a los demás. Este individuo se situará muy cerca del límite de la estupidez pura.

Los Estúpidos: Nuestra vida está salpicada de ocasiones en que sufrimos pérdidas de dinero, tiempo, energía, apetito, tranquilidad y buen humor por culpa de las dudosas acciones de alguna absurda criatura a la que, en los momentos más impensables e inconvenientes, se le ocurre causarnos daños, frustraciones y dificultades, sin que ella vaya a ganar absolutamente nada con sus acciones.

Nadie sabe, entiende o puede explicar por qué esta absurda criatura hace lo que hace. En realidad no existe explicación -o mejor dicho- solo hay una explicación: la persona en cuestión es estúpida.

La mayoría de las personas estúpidas son fundamentalmente y firmemente estúpidas, en otras palabras, insisten con perseverancia en causar daños o pérdidas a otras personas sin obtener ninguna ganancia para sí, sea esto positivo o negativo. Pero aún hay más. Existen personas que con sus inverosímiles acciones, no solo causan daños a otras personas, sino también a sí mismos. Estas personas pertenecen al género de los superestúpidos.

Sin necesidad de salir de IVECO ESPAÑA, S.L., tenemos abundante material para ser analizado a la luz de la estupidez. La firma del expediente de regulación de empleo 364/2009 para decidir extinguir 13 contratos de trabajo a 13 empleados del Área Comercial puede encajar en la llamada “No atribuyas nunca a la maldad lo que se puede explicar bien con la estupidez”. El despido por dos veces de trabajadores de doce compañeros de Ingeniería de Motores de Barcelona, y también en esta clase de necedad se podría añadir el que un representante de la sección sindical de UGT en Valladolid del cuadro de oficinas, al que llamaron Alfredo, no haya realizo el paro de tres horas realizado en dicha planta pasado  25 de junio contra las sanciones a cuatro compañeros de montaje y por la negociación del Convenio Colectivo, y cuya escusa es que solo debe explicaciones a su sección sindical, la cual no pide su dimisión.

Estos días vimos como Cadenas nacionales emitieron en directo el vaticinio de un pulpo sobre la final del Mundial como si fuera un Debate del estado de la Nación. Sobre el pulpo han fijado posición todo perro gato. El pulpo arrasa en la red y ha dado lugar a debates, ha dado lugar a la estupidez. No me extrañaría que los representantes de los trabajadores de algunas secciones sindicales y la dirección de la empresa fueran “muy partidarios del pulpo” y lo contrataran para las negociaciones que comienzan oficialmente en Valladolid, pero que oficiosamente comenzaron el pasado 13 de Mayo con la firma del acuerdo marco entre dirección y CC.OO-UGT. Lo que harían sería poner cajitas donde se vean los puntos del Convenio y el pulpo los eliga dependiendo de la calidad del molusco de dentro, una negociación estúpida llevada a cabo por estúpidos. Pero que mala suerte, expertos en cálculos y probabilidades se han visto en la obligación de aclararles que la capacidad adivinatoria del pulpo no tiene base científica.

No debemos caer en el poder de la estupidez, estos días de negociación, las secciones sindicales estúpidas nos influirán sobre con intensidad. Hemos visto a lo largo de las distintas negociaciones de convenios colectivos como algunos estúpidos nos han causado perjuicios limitados, pero esta vez nos pueden ocasionar daños terribles, no a uno o dos individuos, sino a una plantilla completa.

¿Cual sería el poder de esta estupidez?

Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido.

Un trabajador inteligente puede entender la lógica del malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: El malvado quiere añadir un «más» a una cuenta, ¿cuantos favores se han hecho entre dirección y secciones sindicales mayoritarias? Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener un «más» para sí, procura al mismo tiempo un «más» para los demás, deberá obtener su «más» causando un «menos» a su prójimo… ¿Os suena el «es lo mejor que podemos conseguir», «sino lo firmamos que hacemos»,…

Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Una criatura estúpida os perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo alguno racional de prever si, cuándo, cómo, y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.

Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se deriva que generalmente el ataque nos coge por sorpresa incluso cuando se tiene conocimiento del ataque no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo carece de cualquier tipo de estructura racional.

Los trabajadores inteligentes debemos saber que somos inteligentes, puesto que los representantes estúpidos son conscientes de que son malvados. Pero el problema son los incautos, ellos están imbuidos en la candidez lo que produce, si estos son mayoría, que los estúpidos tengan mayor fuerza, incidencia y eficacia en su acción negociadora, ya que llegan con  la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, y echar a perder tus planes, destruirá tu paz, te complicará la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente.

Esperamos que los hombres y mujeres de IVECO en Valladolid mantegan su inteligencia.

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